
Cuando llegamos a EE.UU., el señor Gilman dio trabajo a mi madre como camarera y le consiguió otro a mi padre. Pedí un bagel y café, y solicité que avisaran a Harry, el dueño.
-¡Hey, J.! ¡Qué alegría verte por aquí! ¿Hace cuánto que no venías a la ciudad?
- Bastante tiempo ya, es verdad. Veo que no habéis cambiado casi nada…
-Tratamos de preservar el legado del local, ya sabes… ¡bueno, el cartel de fuera es nuevo! Ven, sentémonos en aquella mesa, seguro que tienes mucho que contar…
Charlamos un buen rato, y tuvieron que rellenarnos varias veces la jarra de café.
-Bueno, ¿y cuánto te quedarás? ¿un par de semanas? ¿un mes?
-Qué más quisiera… vengo por trabajo, sólo estaré unos días, pero quiero aprovechar para hacerle una pequeña visita a mis padres…
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