jueves, 16 de octubre de 2003

Meknés

La acogedora calidez del Hotel Zaki, me invita a permanecer hasta tarde en la cama. Nada mejor que un largo sueño para reponer las energías que sin duda necesitaré en la tumultuosa Tánger, última parada de mi viaje por territorio marroquí.

Me despierto más allá de las tres de la tarde en mi habitación. Un tremendo dolor de cabeza me confirma que bebí demasiado anoche. Cuan inteligentes eran los mandamientos del Islam al prohibir el alcohol.

Dejo el Zaki y me dirijo a pie hacia la medina. Un nuevo que me lleva hasta la puerta de Bab el Mansour, donde degusto un té con menta.Un petit taxi me lleva de nuevo hasta la estación de trenes de El-Amir Abdelkader, la gare petite. El próximo tren para Tánger sale en dos horas.