viernes, 17 de enero de 2003

El aprendiz



Desde la ventana de mi hotel contemplo las aguas, quietas igual que papel de plata. Dejo mi habitación y echo a andar por la ciudad en busca del último aprendiz de Ioannis...

Una lluvia muy fina golpea mi cara y resbala por mi piel, a la luz del neón, mientras atravieso un nuevo canal. La oscuridad de la noche se refleja en el agua, que brilla como en los cuadros de Van Gogh.

-Tú eres Rod, ¿verdad?
-No quiero problemas ¿vale, tío?

-Me dijeron que te encontraría merodeando el Moulin.

-Tranquilo, ya me iba… no tengo nada de dinero, tío…

-No te pongas nervioso, sólo estoy buscando información… podría recompensarte…

- (…) Soy todo oídos…
- Trabajabas para Doumas, ¿son obra tuya estas joyas?
- Sí, pero dejé de trabajar para ese pirado hace semanas, no sé porqué…
- Escúchame bien, chaval, el hombre al que estafasteis con estas joyas está muy enfadado, y es un hombre muy vengativo…

- Oye, tío, yo no tengo nada que ver en eso. Se las vendí a un americano, me dijo que se las iba a regalar a su madre, ¿vale?

- ¿Quién era? El americano… ¿quién te compró las joyas? ¿fue Johnny Spiegel?

- (…) No. No se llamaba Johnny. Se llamaba Paul, Paul Spiegel.

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