El Taj Mahal es un mausoleo construido por amor. Cuentan que el emperador mongol paso sus últimos años contemplándolo con nostalgia desde el Fuerte de Agra, donde había sido confinado por su hijo al acceder al poder.

Regresé al hotel. Estaba cansado, necesitaba descansar de tanto ajetreo. Tras la cena, me encaminé al bar del hotel para tomar una copa. Sentado a escasa distancia de mí, se encontraba el astrólogo del hotel. En India hay hoteles excelentes que tienen de todo: gimnasio, peluquería, fotógrafo, masajista, médico. Lo del astrólogo yo no lo había visto nunca.
Tomó mi mano izquierda; luego la derecha. Me preguntó la fecha y lugar de nacimiento y dibujó puntos en la palma de mi mano. Una vez finalizada la operación se apartó y en un bloc de notas apuntó a toda velocidad algo que no pude ver, dejándome en ascuas durante un rato en el cual, consiguió alterarme un poco. Satisfecho con sus anotaciones esbozó una mueca de complacencia y empezó a contarme. Insistió en dos o tres puntos. Le pedí que los escribiese en un papel y guardé ese papel en mi diario. Su último consejo fue: "No creas ciegamente a nadie".
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