sábado, 28 de agosto de 2004

Delhi - Amritsar

Los primeros dos días en Delhi fueron algo extraños. La llegada ya fue rara, había quedado con Toska y Paal, nos debíamos encontrar en Heathrow, pero ni estaban allí ni posteriormente en el avión… incluso una azafata buscó en la lista de pasajeros y tampoco allí figuraban sus nombres, no sé que pudo pasar.

En Delhi hay un par de cosas que se deben ver, el Fuerte Rojo y la mezquita del viernes. El fuerte rojo esta construido de arenisca rojiza y es un remanso de paz en esa locura de ciudad, dentro hay bastante jardines en los que te puedes relajar y olvidar el sonido de los coches. En la zona donde me alojé, el barrio tibetano, se puede pasear con mucha tranquilidad, son callejuelas muy estrechas por donde apenas caben las bicis, y hay un par de templos budistas.

Mi primer destino, y donde he empezado a respirar un poco, ha sido Amritsar, donde se encuentra el Templo de Oro, sagrado para los Sijs. La parte exterior del templo es de color blanco, con muchas partes de mármol. En medio hay un pequeño estanque, donde la gente se baña para purificarse. Dentro del estanque una pasarela, llamada de los gurus, lleva hasta el templo de Oro propiamente dicho, es todo de cobre resplandeciente y dentro hay unas lámparas y unos tapices preciosos.

Lo mas bonito ha sido por la noche, hay una ceremonia en la cual llevan el libro a dormir. Lo tratan con mucho mimo, lo envuelven con varias capas de sedas, no dejan de abanicarlo, ni de cantar. Cuando ya esta preparado, lo suben a un baldaquín de oro que es transportado por la pasarela de los gurus hasta su lugar de descanso en un edificio de la parte norte. Acabada la ceremonia, son las 23h, el lugar queda en silencio, muchos son los que dormimos sobre el mármol, es un lugar fresco y se esta bien.

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