martes, 25 de mayo de 2004

Despedida
















4:42 am. Recojo el reloj de la mesilla, me levanto de la cama y comienzo a vestirme. Descuelgo el teléfono mientras observo, desde la ventana, las luces de los coches que atraviesan la ciudad y el espectáculo de las fuentes. Cuando cuelgo el auricular del teléfono, escucho su voz a mi espalda.

-mmm ¿ya te vas?
-Sí, acabo de pedir un taxi a la recepción.
-No quiero que te vayas. Venga, quédate al menos un par de días más...
-No puedo. Imposible. Lo siento, Maddie.
(...) ¿Sabes? Estoy empezando a hartarme de ir de un sitio a otro sin parar, de tantos aeropuertos... He estado volando mucho, demasiado. Cada pequeño salto que damos, cada turbulencia... a veces deseo que nos estrellemos. No me importa ninguno de los demás pasajeros; cierro los ojos...
-¡No digas eso! Zohar, ven, siéntate aquí, cálmate...
-Esta vida no es para mí... estoy harto de hoteles caros, de esta mierda de jarrones de imitación...

Tras impactar contra el suelo, los fragmentos del caro jarrón quedaron esparcidos por toda la habitación. Continué mi despedida, haciendo un esfuerzo por frenar las lágrimas al borde de mis ojos.
-En cuánto haga un último trabajo ayudando a un viejo amigo enviaré la información de Spiegel a tu padre y volveré a la India. Allí estaba bien, mi vida tenía un sentido... ¿No lo entiendes? Tengo que volver.

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