viernes, 17 de enero de 2003
miércoles, 15 de enero de 2003
El taller de Ioannis
-Adelante, J.R. Cuánto tiempo sin vernos, eh?
-Gracias Doumas. Sí, mucho, la verdad.
-Pero pasa, hombre, no te quedes ahí en la puerta, pasa... ¿Sigues viviendo en Londres?
-No. Volver allí me trae malos recuerdos.
-Entiendo. Disculpa el desorden... ¿Quieres tomar algo: té, café...?
-No, muchas gracias... por cierto, ¿qué tal va el tema de la escuela de Halki?
-Sigue igual, los turcos no dan su brazo a torcer... Es agradable volver a verte de nuevo después de tantos años, J.R., aunque la verdad, no sé en qué podría ayudarte...
Sin darle tiempo a terminar la frase, saqué las fotografías y las puse sobre la mesa.
-Las joyas "de Helena"... aunque supongo que ya las conoces... creo que son obra tuya, Doumas...
-¿Qué? Sabes que lo mío son los cuadros... yo no tengo nada que ver con esas joyas...
Le agarré del cuello de la camisa y le empujé contra la pared.
-Sé que proceden de este taller... "tu" taller. Nos conocemos desde hace mucho, ¿de verdad crees que puedes engañarme?
-Vale, está bien, tío, tranquilízate. Suéltame ya, hombre. Suelo tener aprendices que se encargan de ese tipo de baratijas... sólo déjame revisar el libro de encargos.
Doumas se acercó a un gran libro de tapas rojas. Rápidamente sacó de su interior un revólver y me apuntó con él.
-Bueno, se acabó el juego, J.R. Ha sido un placer volver a verte. Ahora, lárgate por donde has venido.
domingo, 12 de enero de 2003
El Jardín de las Hespérides

-¿Qué demonios hace? ¡Aleje sus manazas de mis cuadros ahora mismo!
-Le ruego que me disculpe, señor LeBrook, tan sólo quería apreciar las texturas que…
-Déjese de tonterías y siéntese, tenemos un asunto que tratar. Ya me avisaron de que era usted algo excéntrico, pero nunca pensé que… Deje de mirarme así, por favor, ya sé que no le gusto. Usted tampoco me gusta, Zohar. Pero Gielgud dice que es el mejor en su trabajo… que tiene “un don”.
LeBrook me explicó como aquel hombre lo había estafado:
-¿Por qué iba a dudar de sus palabras? Se trataba de un profesor, dios santo… procuro informarme sobre la gente que pretende venderme cosas, ¿sábe?
-Por supuesto, señor.
-Gielgud ya le entrego el informe, ¿no es cierto?
- Sí, muy completo por cierto. Me preguntaba si podría enseñarme el colgante.
Examiné detenidamente las joyas, fiándome más en mi tacto que en mi vista.
-Vaya, si no fuera porque sé que no existen tales “joyas de Helena” creería que son auténticas. Una falsificación tan detallada, tan profesional, sólo puede proceder de un lugar…
Me despedí cortésmente.
-Y recuerde, Zohar, no me importa recuperar el dinero, sólo quiero venganza. Nadie se había atrevido a burlarse de mí así, en mis propias narices.
-Le mantendré informado, señor LeBrook. Por cierto, casi me olvidaba, el cuadro del salón…también es falso.