Haciendo cómo si no escuchase, Zohar retrocedió con un salto y en un rápido contraataque, desarmó a su maestro. Se despidió con una reverencia formal, y sólo sonrió al salir del tatami.
.- Señor Zohar, un hombre quiere verlo. Dice que es amigo suyo.
En la puerta, con un elegante traje italiano, lo esperaba ¡el rollizo John Gielgud! Zohar no podía creerlo.
- ¡Primo! Hacía siglos que no te veía. Pero... ¿qué haces en Japón?
- Chico, no te lo vas a creer: he ganado la regata en solitario alrededor del mundo. Ahora soy multimillonario...
- ¡Enhorabuena! Es increíble, después de tanto tiempo... pero mírate, estas echo todo un playboy... Ven, conozco un sitio donde sirven el mejor sushi de la ciudad...

- No, tío, cógelo tú.
- Gracias, ¿pido más sake?
- No me apetece beber más... y no me interesa el trabajo. Sabes que no me dedico a eso desde hace años.
- ¿Qué? Oh, vamos, primo, hazlo... por los viejos tiempos. Eras el mejor. Y lo sabes. (...) Tienes que olvidar aquello.
- No es tan fácil, ¿sabes?
- Oye, piénsatelo, no tienes que contestarme ahora. Echa al menos un vistazo al dossier... se trata de un estudioso, una especie de arqueólogo...